La revolución sostenible llega al mundo de la moda y cosmética

¿Se puede cuidar el medio ambiente sin dejar de ser chic? Las grandes marcas dejan claro que sí.

Siempre que pensamos en el sector de la moda, lo hacemos desde una perspectiva en la que el consumismo y el frenesí por fomentar la compra toman el foco mientras dejan de lado la usabilidad y el mantenimiento a largo plazo. Por su concepción y su atmósfera, cualquiera podría pensar que no hay ni un ápice de sostenibilidad en este terreno, pero hacerlo sería todo un error.

La revolución sostenible llega al mundo de la moda y cosmética

Muchas marcas lo están haciendo, y cada vez son más las que se suman. En pleno siglo XXI, podemos hablar de una revolución sostenible que aboga por cambiar materiales, por cambiar procedimientos y por cambiar filosofías por completo para cuidar el medioambiente. Y no lo decimos nosotros, lo dicen esas marcas que están marcando las nuevas líneas de buenas prácticas sostenibles.

Los cambios de las grandes marcas

Son tres los pilares principales que definen la nueva forma de trabajo en grandes empresas como Nak, Simon Miller, Phine o Lark & Berry. Numerosas firmas de gran prestigio y de todos los niveles adquisitivos están siguiendo tres máximas que se han convertido en la base sobre la que erigir el nuevo modelo de industria de la moda. Pautas sencillas en su planteamiento, pero que requieren de un cambio de mentalidad y de procesos importante.

El primer punto a tener en cuenta es el cambio en los materiales a utilizar. Los que se usan actualmente tienen un futuro poco prometedor por el encarecimiento de la materia prima a medida que los recursos disminuyan, como también por la total ausencia de reciclabilidad entre sus propiedades. Muchos proceden del carbono que se halla en el petróleo, y el encarecimiento de este deriva en un encarecimiento que va a la materia, se traduce en costes y, al mismo tiempo, en sobreprecios para el consumidor final.

Este ha sido uno de los primeros detonantes del cambio hacia el Lyocell, una fibra sostenible cuya manipulación y aprovechamiento tienen un impacto ambiental casi nulo, sobre todo en comparación con el trabajo con algodón, lana o similares.

Ya son muchas las marcas que están centrando sus esfuerzos en atraer a los consumidores preocupados por el medio ambiente. Empresas como Akento están reduciendo el uso de plásticos en sus envases, haciendo un esfuerzo por comercializar una cosmética sostenible y respetuosa con la naturaleza.

El segundo pilar es el problema económico del modelo actual. Los materiales que se usan actualmente provocan que se pierda un 75% del valor tras su primera utilización, algo que es casi impensable en cualquier ciclo de producción normal y coherente. Las estadísticas, además, señalan que solo un 18% de la ropa que se viste en la UE actualmente es de segunda mano. Al consumidor no le gusta lo usado.

De esta forma, firmas del calibre de Zara, procedente del gigante Inditex, están estableciendo puntos de recogida para hacerse con esas prendas usadas que ya no se quieren y reutilizarlas para elaborar productos completamente nuevos. La reutilización se basa en el reciclaje de los materiales, algo indispensable para ayudar al medio ambiente. Muchas otras grandes marcas están implantando iniciativas que abogan por una filosofía en la que la ropa de segunda mano no lo es como tal, elaborando nuevas piezas a partir de otras usadas para que, por ejemplo, una prenda de alta costura vestida por una sola persona, pueda convertirse en algo a vestir por un gran número de consumidores.

Hay un tercer punto que, a pesar de ser el último, no es el menos importante. Se trata del diseño para largos ciclos de vida. La idea que hay detrás de este principio es la de comprar menos, pero hacerlo pensando en la durabilidad. Se crean productos que, además de ser duraderos, tienen algo que invita a la gente a usarlos durante largos periodos de tiempo. Es algo que se enfrenta a los continuos cambios en tendencias de moda, pero que también se aprovecha del carácter cíclico de estas para cobrar una mayor lógica.

Tres claves para entender este cambio, tres claves que también lo definen. Se pueden vestir prendas de novedad mientras se aboga por el cuidado del entorno, y sin dejar de ser chic en ningún momento.